Venimos de transitar un año donde el común denominador en la mayoría de las familias fue tratar de compatibilizar el cuidado de los hijos, las labores domésticas y el teletrabajo. Y, si bien, ha sido una fuente enorme de estrés, ha tenido como positivo el compartir muchísimo tiempo con nuestros hijos. Para los más chiquitos,
renunciar a ese precioso tiempo con los papás puede significar un duelo.
Los
cambios en las rutinas, por sí mismos, suelen ser grandes desestabilizadores emocionales en los niños. En este sentido, esta vuelta a clases que tanto nos ilusiona, puede generar en ellos cierta
aprehensión, angustia e incluso temor.
Por eso, se hace tan necesario
prepararlos para el regreso a las aulas y estar muy atentos ante sus cambios de conducta, acompañando este proceso de inserción en una “nueva normalidad”.
Dialogando con nuestro
Equipo de Orientación Escolar, surgieron algunos
tips para acompañar a los chicos en la vuelta a clases:
- Transmitir tranquilidad y confianza.
- Promover el diálogo honesto para que puedan hablar de sus miedos e inseguridades.
- Proyectar una mirada optimista sobre el futuro.
- Reforzarles la seguridad en los protocolos de cuidado frente al COVID-19, tanto el de la familia como del colegio.
Vuelta a clases: la bienvenida a una nueva rutina
Cada familia irá eligiendo su método, pero es de vital importancia entrar paulatinamente en una
nueva rutina que tenga
varios elementos de la vuelta a clases para
facilitar la transición.
Podemos comenzar levantando a los chicos más temprano y, por consiguiente, que también se acuesten un poco antes. Para que gradualmente comiencen a entrar en
“modo escuela”.
Puede ser divertido y estimulante empezar a
preparar la mochila con los útiles escolares, probarse el uniforme o el guardapolvo, dejar listos con sus nombres los cuadernos o carpetas. Esta actividad es una buena manera de imbuir el espíritu de vuelta a clases en los chicos.
Y si encontramos predisposición, incluso se puede hacer un
repaso, sin presiones ni frustraciones, de algunos contenidos del año anterior.
Es clave empezar a trabajar en este
desprendimiento que significará varias horas de estar sin los papás, sobre todo en los más chiquitos.
Necesitamos ayudarlos y ayudarnos a lidiar con la incertidumbre que genera una
“nueva normalidad” con vaivenes, que se modifica permanentemente de acuerdo a la evolución de la enfermedad.
Una normalidad dinámica
Sabemos que esta vuelta a clases será diferente, que muy probablemente se ponga en práctica una
modalidad blended, combinando la presencialidad en aulas y la educación virtual. Esto, sin duda, supondrá otro enorme esfuerzo por parte de los colegios, fundamentalmente del plantel docente, y de las familias. Horarios que habrá que
flexibilizar, apuros para llegar a casa y poder conectarse y papás que tendrán que adaptar su tiempo de trabajo a esta nueva cotidianeidad.
Sostener esta
presencialidad parcial en las aulas durante todo el ciclo lectivo conllevará el
compromiso de todos. Será sumamente importante
extremar los cuidados, cumplir férreamente con los protocolos y estar atentos a cualquier sintomatología relacionada con el COVID-19. Pero, al mismo tiempo, también será necesario estar conscientes de que puede haber avances y retrocesos, retorno a la cuarentena por periodos breves ante un aumento desmedido de contagios o si hubiera algún caso positivo en la “burbuja” de un grupo de alumnos. Por eso hablamos de una
normalidad dinámica, para la que también hay que estar preparados, tanto chicos como adultos, puesto que demandará mucha
flexibilidad, paciencia y empatía de toda la comunidad educativa.
De todas formas, aún en este contexto de incertidumbre, la vuelta a clases nos llena de alegría y optimismo. En
Apdes estamos convencidos que las sonrisas del reencuentro en las aulas bien valen la pena el esfuerzo… y
aquí estaremos para acompañarlos.